En las últimas semanas he visto que la
Asociación Juvenil El Cuarto Oscuro recoge las
primeras veces de sus miembros en el Gran Juego. Y yo, como niña envidiosa, he querido rememorar el día que, por primera vez, llevé un personaje y viví una aventura.
Fue hace dos años, en diciembre. Yo era una alumna de 2º de Bachillerato inocente, que veía animes y leía cómics. Mi tiempo libre lo gastaba jugando a los Sims y escribiendo fanfics. No sabía de rol más que existía algo que se llamaba Dungeons & Dragons y que se jugaba con dados. Parecía que nada iba a cambiar hasta que, un día, conocí otra chica. Nos pusimos a hablar y teníamos muchas cosas en común, una cosa llevó a la otra y me invitó a jugar con su grupo. Nos intercambiamos los teléfonos y cada una se marchó por su lado.
No pasó ni media hora y recibí una llamada suya:
un coche azul, al final de la calle, ¿te vienes? Supongo que, ahora, fue un poco atrevido. Apenas la conocía de nada, pero fui. Me metí en el coche de un desconocido y salí de la ciudad (sin mis padres) por primera vez. Y, por suerte, resultó ser una gente encantadora.
Nos reunimos seis personas y me presentaron un juego que iba de zombis. Yo no sabía (tampoco) mucho de zombis. Había visto la
Noche de los Muertos Vivientes y alguna película más del estilo, pero no me causaban la impresión que me causan ahora.
Nos sentamos en una mesa redonda y me pasaron una hoja: tenía el dibujo de un nerd, una descripción y una serie de datos que no comprendí en ese momento. Pusieron un montón de dados en el centro (¡unos que nunca había visto!) y comenzamos a jugar.
Sois unos estudiantes de la facultad. Tú (el máster señaló al dueño de la casa)
tienes una novia que estudia en New York y, como la echa de menos, ha decidido ir a verla. Como no tienen pasta ni coche, él y sus amigos han decidido que se aprovecharán del nerd del curso. Esa eres tú.
Claro, ninguno de nosotros nos esperábamos que la ciudad estuviera infectada de zombis. O, por lo menos, yo no lo esperaba. Apenas nos dio para huir de la ciudad. La partida fue corta o, por lo menos, a mi me lo pareció. No es que yo estuviera muy suelta: permanecía sentada en silencio hasta que alguien se dirigía a mi. Respondía nerviosa, lo que quedaba bastante bien dado el personaje que tenía. Tampoco entendía qué había que hacer. Me decían: coge 1d4 y 2d8 y tíralos. Y yo solo miraba los dados, los señalaba y me indicaban cuales eran.
Supongo que fue un poco desastre, pero lo bueno es que volvieron a llamarme. No volvimos a jugar a zombies (solo en una ocasión más), probamos La Llamada de Cthulhu, Anima, Aquelarre...